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La escuela peruana en tiempos de independencia

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Entre la Tradición y la Transformación

    La independencia del Perú, fue proclamada el 28 de julio de 1821, pero esta no solo marcó un quiebre político con la corona española, sino que también puso en evidencia la necesidad de reformar el sistema educativo, anclado en modelos coloniales; y es que, la escuela peruana en este periodo se encontraba en una encrucijada: por un lado, mantenía estructuras heredadas de la educación virreinal y por otro, se enfrentaba a las exigencias de una nueva nación en construcción.

    En el modelo educativo del virreinato, la educación estuvo dominada por la Iglesia católica y orientada a la formación de las elites criollas. Las escuelas de primeras letras, los colegios mayores como San Carlos y San Martín, y la Real y Pontificia Universidad de San Marcos eran los pilares del sistema; sin embargo, el acceso estaba restringido a hombres de origen español o mestizo, dejando fuera a la mayoría de la población indígena y afroperuana. 

    La educación se basaba en un enfoque escolástico, con fuerte influencia religiosa y un currículo centrado en la teología, la filosofía y el derecho; en esta época los métodos de enseñanza eran rígidos y repetitivos, con una fuerte dependencia de la memorización de textos religiosos y filosóficos; y por otro lado, el acceso a la educación dependía en gran medida del estatus socioeconómico de la familia, lo que perpetuaba la desigualdad social y limitaba la movilidad de las clases más bajas.


Impacto de la Independencia en la Escuela Peruana

    Con la llegada de la independencia, los líderes políticos comenzaron a reconocer la educación como una herramienta clave para la consolidación del nuevo Estado; sin embargo, la inestabilidad política y económica dificultó la aplicación de reformas profundas; y a pesar de los discursos libertarios, la educación siguió siendo un privilegio para unos pocos. Las primeras décadas del Perú independiente vieron intentos de reforma, pero los cambios estructurales tardarían en materializarse.
    El proceso de independencia trajo consigo debates sobre la necesidad de una educación cívica que promoviera el sentimiento de identidad nacional y la participación en la vida pública; a pesar de esto, la falta de infraestructura y la escasez de docentes capacitados fueron obstáculos importantes para la modernización educativa.


Primeras Reformas y Desafíos

    Uno de los primeros intentos por modernizar la educación fue la promulgación de reglamentos educativos en la década de 1820. Bernardo Monteagudo y Simón Rodríguez propusieron un modelo educativo inspirado en las ideas ilustradas, promoviendo la creación de escuelas públicas y la inclusión de las ciencias y la filosofía en el currículo; sin embargo, la falta de recursos y la resistencia de ciertos sectores impidieron su aplicación generalizada. En 1822, José de San Martín intentó impulsar la creación de una educación universal, pero su corto gobierno no permitió que estas reformas se consolidaran.
    En 1826, Simón Bolívar estableció un sistema de educación pública en el Perú, inspirado en los principios de la Ilustración y el pensamiento liberal; su reforma educativa proponía la creación de escuelas primarias gratuitas y obligatorias, sin embargo, las condiciones económicas del país impidieron la implementación efectiva de esta iniciativa; agregada a esta, la inestabilidad política y la ausencia de una burocracia educativa consolidada, fueron los factores que retrasaron la consolidación de un sistema educativo eficiente y accesible para toda la población.


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El Rol de los Intelectuales y la Iglesia

    Si bien la Iglesia perdió parte de su poder político, continuó teniendo un rol fundamental en la educación; es así que muchos colegios siguieron bajo su administración y los contenidos seguían siendo predominantemente religiosos; no obstante, intelectuales como Hipólito Unanue y Mariano Valcárcel comenzaron a fomentar un cambio en la enseñanza, apostando por un conocimiento más científico y alejado de dogmas. La influencia de la Ilustración y el pensamiento liberal también se reflejó en propuestas educativas, aunque estas encontraron oposición en sectores conservadores.
    El debate sobre la secularización de la educación estuvo presente en muchas discusiones políticas de la época; mientras algunos sectores apostaban por una enseñanza más laica y moderna, otros defendían la permanencia de la educación religiosa como un pilar fundamental de la sociedad peruana; esta tensión entre la modernidad y la tradición marcaría el desarrollo del sistema educativo a lo largo del siglo XIX.


Desafíos y Continuidad en el Siglo XIX

    A pesar de los intentos de modernización, la educación en el Perú del siglo XIX continuó enfrentando problemas de naturaleza estructural. La falta de financiamiento, la escasa formación de maestros y la ausencia de una política educativa clara dificultaron el acceso a la educación para amplios sectores de la población; fue recién en la segunda mitad del siglo XIX que se empezaron a consolidar algunas reformas, con la creación de instituciones públicas y una mayor apertura a la educación laica.
    El gobierno de Ramón Castilla (1845 – 1851 y 1855 – 1862) impulsó nuevas políticas educativas, incluyendo la creación de más escuelas públicas y la inclusión de asignaturas científicas en el currículo; sin embargo, la brecha entre la educación urbana y rural seguía siendo significativa, y la educación femenina aún era limitada. Recién en la segunda mitad del siglo XIX se comenzó a promover con mayor énfasis la instrucción de las mujeres, aunque su acceso seguía siendo restringido en comparación con el de los hombres.

    Finalmente, la escuela peruana en tiempos de independencia fue un reflejo de las contradicciones de la época; un país que deseaba forjarse un nuevo destino, pero que arrastraba viejas estructuras anquilosadas en él tiempo. Si bien la educación empezó a concebirse como un derecho y no solo como un privilegio, el camino hacia un sistema inclusivo y moderno fue lento y lleno de obstáculos; la falta de recursos y la resistencia de ciertos sectores impidieron avances significativos en el corto plazo.
    El legado de este periodo nos recuerda que la educación es un pilar fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad. A más de dos siglos de independencia, los desafíos de la escuela peruana continúan vigentes; la equidad, la calidad y la inclusión siguen siendo objetivos por alcanzar aún a pesar del último currículo de EBR que plantea el MINEDU. La historia de la educación peruana en el siglo XIX nos muestra que los procesos de cambio requieren tiempo, compromiso y voluntad política, elementos clave para la construcción de un sistema educativo sólido y accesible para todos.


REFERENCIAS:

  • Chiaramonte, J. C. (2010). Naciones e imperios en la América del siglo XIX: Problemas y perspectivas. Fondo de Cultura Económica.
  • Hampe Martínez, T. (2004). La independencia del Perú y el proceso de emancipación americana. Instituto de Estudios Peruanos.
  • Villavicencio, R. (1995). Educación y sociedad en el Perú republicano: Siglo XIX. Pontificia Universidad Católica del Perú.
  • Basadre, J. (2005). Historia de la República del Perú (1822-1933). Fondo Editorial del Congreso del Perú.
  • Cueto, M., & Gootenberg, P. (2019). El desarrollo de la educación en el Perú republicano. Instituto de Estudios Peruanos.



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